En plena costa guipuzcoana, entre Pasaia y Hondarribia, se esconde uno de los paisajes más sorprendentes del País Vasco: el Valle de Labetxu. Este paraje natural, conocido también como el valle de los colores, es un espacio de gran riqueza geológica con más de cincuenta millones de años de historia, fruto de la erosión y de la acción del mar sobre la ladera del monte Jaizkibel.
Un paraje natural de gran riqueza geológica
El Valle de Labetxu se ha convertido en un auténtico museo al aire libre donde la geología se muestra en su máxima expresión. La acumulación de sedimentos marinos, unida al choque de placas tectónicas y a los procesos de erosión, ha dado lugar a un escenario que hoy se extiende fuera del mar como prolongación del continente. Sus rocas de arenisca cuarzosa, moldeadas por el viento y la meteorización salina, exhiben una paleta de colores que va del gris al ocre, pasando por intensos tonos rojizos y amarillentos, resultado de la oxidación del hierro presente en la piedra. Minerales como el manganeso y la sílice refuerzan estos matices, creando un juego cromático que parece pintado a mano por la naturaleza.
El valle de los colores de Jaizkibel
El Valle de Labetxu es un tesoro natural del País Vasco. Un lugar donde el tiempo se mide en millones de años y donde la naturaleza se ha encargado de crear un espectáculo cromático irrepetible en la península, que le ha valido el nombre de valle de los colores de Jaizkibel.
Pasear por este enclave es adentrarse en un paisaje casi irreal, donde las formas caprichosas de la arenisca se mezclan con la viveza de los colores. Algunas de estas formaciones han recibido incluso nombre propio, como la espectacular Catedral de Jaizkibel, una plataforma de arenisca roja cuya belleza resulta casi sobrenatural. Cada rincón del valle ofrece un motivo para detenerse y contemplar cómo el tiempo, el viento y el mar han esculpido durante millones de años estas auténticas obras de arte geológicas.

Acceso al Valle de Labetxu
Llegar hasta el Valle de Labetxu requiere un pequeño esfuerzo, lo que contribuye a preservar su carácter salvaje. El acceso se realiza a pie por rutas de senderismo con un desnivel de algo más de 500 metros. La recomendación principal es tener en cuenta el estado de las mareas, ya que algunas de las formaciones pueden quedar cubiertas por el agua en pleamar.
Para acercarse, lo más práctico es utilizar vehículo privado y estacionar en alguno de los aparcamientos situados junto a la carretera GI-3440. Una de las opciones más habituales es aparcar cerca de la torre de Jaizkibel, próxima al túmulo de Santa Bárbara, o bien continuar un kilómetro más hasta el inicio de Burkaitz Bidea, donde parte una ruta circular que conduce directamente al valle.
Visitas guiadas y rutas en barco
Aunque recorrer el Valle de Labetxu por libre ya es una experiencia inolvidable, existen grupos y asociaciones que organizan visitas guiadas a lo largo de todo el año, ideales para comprender mejor la historia geológica de este espacio y descubrir rincones menos conocidos.
Otra manera de admirar este singular tramo costero es desde el mar. Varias rutas en barco parten del puerto de Donostia-San Sebastián y recorren durante dos o tres horas los acantilados de Jaizkibel, ofreciendo una perspectiva diferente del valle de los colores y de la espectacular costa guipuzcoana.

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La ciudad de San Sebastián se encuentra a menos de 25 kilómetros del espectacular Valle de Labetxu, por lo que es el punto de partida ideal para disfrutar de este rincón natural del Jaizkibel. Alojarse en la capital guipuzcoana te permitirá combinar la experiencia de descubrir el llamado valle de los colores con todo el encanto de una de las ciudades más bellas del norte de España.
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