Panecillos de San Antón
Uno de los dulces más típicos de Madrid son los panecillos de San Antón o panecillos del Santo. Se pueden encontrar en las pastelerías cercanas a la iglesia de San Antón alrededor de la celebración de San Antonio Abad, protector de los animales, que se celebra el 17 de enero.
Aunque se llaman panecillos debido a su parecido, son unas pastas de aspecto rudo y áspero que se hacen con una masa de levadura y se aromatizan con anís y ralladura de limón u otros cítricos. Suelen ser redondas, de un tamaño que no llega a sobrepasar los diez centímetros de diámetro, y se estampan con un molde con una especie de cruz que les da una forma característica.
Durante el día de San Antonio Abad, numerosos ciudadanos se acercan hasta la iglesia de la calle Hortaleza para bendecir a sus mascotas. Según la tradición, después de la bendición, se debe guardar un panecillo junto con una moneda hasta el año siguiente para que nos traiga fortuna.
Rosquillas de San Isidro
Durante el mes de mayo, el dulce madrileño por excelencia son las rosquillas de San Isidro, que se suelen consumir desde principios de mes hasta que se acaban las Fiestas de San Isidro. Uno de los mejores lugares para probarlas es El Riojano, una confitería fundada en 1855 situada en el número 10 de la calle Mayor.
Aunque todas las rosquillas están elaboradas con una masa de harina, huevo, azúcar, aceite y anís, se llaman de manera distinta según el acabado. Originariamente había dos tipos de rosquillas, las “tontas”, que no llevan ningún adorno, y las “listas”, que van bañadas con azúcar fondant.
Con los años, se han ido incorporando más tipos de rosquillas, como las “de Santa Clara”, recubiertas con merengue seco, o las “francesas”, con rebozado de granillo de almendra. A estas, recientemente se ha añadido la “rosquilla del año de San Isidro”, recubierta de chocolate.
Coronas de la Almudena
Otro de los dulces sujetos a una fecha son las Coronas de la Almudena. Se suelen ver en los escaparates de las pastelerías en torno al 9 de noviembre, día en que se celebra la fiesta de la Almudena. Alrededor de esta fecha, llegan a venderse más de 300.000 unidades en tan solo cuestión de días.
Este postre fue creado por los pasteleros madrileños en la década de 1980 con la intención de honrar a la Virgen de la Almudena, patrona de la ciudad y del gremio de la pastelería. Tiene ese nombre porque su forma recuerda a la corona que lleva la talla de la Virgen.
Podríamos decir que es similar al roscón de reyes en forma e ingredientes, aunque las coronas son un poco más pequeñas y no llevan alcohol, ralladura de fruta, agua de azahar ni fruta escarchada por encima. Su interior puede ir relleno de crema, nata o trufa.
Churros y porras
Seguramente, los primeros dulces que se nos vienen a la cabeza cuando hablamos de Madrid son los churros y las porras. Si todavía queda alguien que no los diferencie, los churros son más finitos y alargados, con forma similar a un lazo, mientras que las porras son más anchas, esponjosas y cortas.
Uno de los locales más emblemáticos de la capital madrileña para disfrutarlos con una buena taza de chocolate caliente es la Chocolatería San Ginés, en el pasadizo de San Ginés, 5.
Antiguamente, los churros eran conocidos como verbeneros, debido a que se comían principalmente en verbenas y ferias ambulantes. Aunque todavía siguen siendo un elemento característico de las fiestas populares, actualmente se comen durante todo el año.
Barquillos
Los barquillos son un dulce crujiente y sabroso de color dorado que puede tener forma plana, tubular, de barqueta, de cono o doblado como un abanico. Se elaboran con harina, azúcar, un poco de aceite, un chorrito de agua, esencia de canela o de vainilla y coco rallado para dar consistencia.
Antaño era habitual ver los barquilleros por las calles de la ciudad junto a un bidón mediante el cual, y a través de un sencillo juego de ruleta, los ciudadanos apostaban para conseguir uno de sus populares barquillos.
Aunque actualmente el oficio de barquillero está casi extinguido, en el número 25 de la calle del Amparo se pueden encontrar los Barquilleros de Madrid, uno de los últimos barquilleros de la capital madrileña.
Pestiños
Uno de los dulces tradicionales más antiguos que se conocen en España son los pestiños, también denominados fruta de sartén por su proceso de elaboración. Además de Madrid, también se toman en Andalucía.
Aunque cada región sigue su propia receta, los ingredientes básicos para elaborar la masa son harina de trigo, aceite de oliva, semillas de anís (matalauva) y ralladura o cáscara de limón. El secreto de esta receta se encuentra en la fritura de la masa de harina con aceite de oliva y posteriormente en el baño de la masa con abundante miel o azúcar.
Aunque es probable que la receta actual sea el resultado de la influencia de la cultura cristiana, judía y musulmana, ya en la Roma clásica se preparaba un dulce similar que se tomaba en las Saturnalias. Se llamaban frictilia y se cocinaban con harina de trigo, se freían en manteca de cerdo y se bañaban en miel.
Chatitas
Las Chatitas fueron creadas en los años 90 por Pedro Martínez López, propietario de la empresa de pastelería Animari, en el barrio de Salamanca. Este dulce representa la fusión perfecta entre la esencia de los dulces tradicionales y la vanguardia de la innovación pastelera.
Consiste en un pequeño bizcocho, relleno de mermelada de frambuesa, mermelada de fresa o dulce de leche y recubierto con una fina y delicada cobertura de chocolate negro, con leche o blanco.
Su nombre proviene de la Infanta Isabel de Borbón, conocida popularmente como La Chata por su nariz. Un dato curioso es que la marca tuvo que pedir las licencias y permisos oportunos a la Casa Real para usar el nombre La Chata.
Rosquillas de Alcalá
A diferencia de las rosquillas de San Isidro, las rosquillas de Alcalá han alcanzado su éxito propio y se pueden encontrar en otras fechas, no solo durante las fiestas. Aunque son típicas de Alcalá de Henares, se pueden encontrar en prácticamente todas las pastelerías de Madrid.
Este dulce se elabora doblando el hojaldre hasta juntar cuatro capas una encima de otra. A continuación, se corta en forma de rosquillas y se hornea. Se acaba con un glaseado de yema de huevo y posteriormente con otro glaseado formado solamente de agua y azúcar.
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